sábado, 29 de octubre de 2016

Meditacion sobre el Santo Evangelio Lucas 18

Justicia y Justificación

Podríamos hacernos otras preguntas sobre esta parábola, pero quiero centrarme en las tres siguientes:
- ¿Cómo evitar un cierto sentimiento de superioridad cuando hacemos cosas (buenas) que los demás no hacen, o no hacemos cosas (malas) que los demás sí hacen?
- ¿Por qué el fariseo no debía sentirse orgulloso de ser bueno?
- ¿Por qué era malo (reprobable) a los ojos de Jesús que el fariseo se creyera bueno?

En el fondo…, todo se reduce a una misma y única pregunta: ¿Por qué no debemos vanagloriarnos de ser buenos? (incluso aunque sólo sea a nivel de pensamiento…).

La contestación, hoy día, seguramente la enfocaríamos en forma comparativa: NO NOS PODEMOS ENORGULLECER DE SER BUENOS….PORQUE NO SABEMOS LAS CIRCUNSTANCIAS QUE EXPLICAN LA "MALA CONDUCTA" DE NUESTRO PRÓJIMO. A LO MEJOR…NOSOTROS HEMOS TENIDO MEJOR EDUCACIÓN…, UNOS PADRES MÁS ATENTOS Y RESPONSABLES, ETC, ETC. Hoy día somos especialmente sensibles a aquellos argumentos que enfatizan la desigualdad entre las personas y las posibles consecuencias en sus comportamientos, etc.
Pero el enfoque del propio Evangelio (versículo 14b) y la de la Sagrada Escritura en general, es otra: no se trata de una cuestión "de circunstancias";  se trata de dos formas diferentes de relacionarse con  Dios: la del soberbio y la del humilde.

¿ Cuál sería entonces la contestación apropiada?
La Sagrada Escritura es muy explícita al respecto:
Romanos 3: 10: "Como está escrito: no hay justo, ni aún uno"
Hechos 3: 14(a): "Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo ..."
1 Juan 2: 1-2: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo".

Si esto es verdad ¿en qué basaba la vanagloria del fariseo? Su justicia era aparente e insuficiente, porque no la recibía de los demás, ni tampoco del Único Justo (Jesucristo) sino que dependía de su propia opinión en último extremo (S. Lucas 18: 11).

Además de una lección de humildad (versículo 14b) también podemos sacar a la luz una enseñanza profunda acerca de la JUSTICIA y la JUSTIFICACIÓN, un tema básico en los debates que propició la Reforma Protestante.

La idea general es que -como hemos dicho- NO HAY NINGÚN SER HUMANO JUSTO (excepto Jesucristo) EN TÉRMINOS ABSOLUTOS.

Entonces…., cuando la Biblia nos dice que tal o cual persona….era justa (por ejemplo José, el esposo de María, en Mateo 1:19) ¿a qué se refiere?

En éste y en otros casos (especialmente en el Antiguo Testamento) la Biblia considera JUSTAS a determinadas personas, en base a la fe que tenían en Dios: una fe activa que les llevaba a "caminar" en su seguimiento. Una fe que guiaba su forma de actuar…..que en general era según la LEY pero que, en algunas circunstancias, incluso iba más allá de lo que la propia Ley mandaba (el caso de José es ilustrativo).

En el Nuevo Testamento (ya en los Evangelios…) se emplea más el término JUSTIFICADO y JUSTIFICACIÓN para aludir a aquellas personas que, conscientes de su incapacidad para ser totalmente justos y -por tanto para vanagloriarse de ello- se acercan con humildad a Jesús, reconociéndole como el MODELO del hombre justo, que ya había propuesto el Antiguo Testamento.

El mensaje de fondo siempre es -en el fondo- el mismo: la verdadera justicia está en las motivaciones de nuestro corazón. No vale la "conformidad externa a la Ley de Dios" si no va acompañada de las actitudes interiores correspondientes. Dios quiere nada más y nada menos que ganar nuestro corazón y, desde allí, iluminar toda nuestra vida y transformar el mundo.




Elaborado por José Luis Mira Conca