domingo, 29 de abril de 2012

4º Domingo de Pascua 4rt.Diumenge de Pasqua

LECTURAS / LECTURES Salmo 23 Hch 4: 32-27 1 S.Juan 3: 1-9 EVANGELIO: San Juan 10: 11-16 COMENTARIO BÍBLICO Existe hoy día una tendencia a presentar “el amor” como lo único importante en la vida de la Iglesia y de los creyentes. Es cierto que el objetivo de Dios es recrearnos a la imagen de Jesucristo, para compartir su Vida y su Misión, que no es otra que restaurar la Creación en el Amor de Dios. Pero vivir en el Amor de Dios tiene sus dificultades. No podemos olvidar el estado del que partimos. No podemos confundir el Amor de Dios con el amor humano, tan contradictorio y limitado. Sería absurdo despreciar todas las enseñanzas que contiene la Biblia y la tradición de la Iglesia acerca de estas cuestiones. Enseñanzas que se pueden sintetizar en varias “doctrinas”, acerca de las cuales existe un grado de acuerdo bastante significativo entre las diversas iglesias. Entre ellas destaca la de la UNION CON CRISTO que se presenta repetidas veces en la Sagrada Escritura, bien bajo la alegoría del Pastor y sus ovejas, o con la imagen de la Vid y los sarmientos. Esta doctrina es tal vez la que más presente deba estar en nuestro dia a dia: EL CRISTIANO, UNIDO A CRISTO A TRAVÉS DE LA FÉ (explicitada y hecha púbica en su participación en los Sacramentos) PUEDE ESTAR RAZONABLEMENTE SEGURO DE SU ELECCIÓN, DEL CUIDADO PATERNO Y AMOROSO POR PARTE DE DIOS Y DE SU PERSEVERANCIA FINAL Y GLORIFICACIÓN. Esta doctrina se complementa con la contenida en 1 Juan: 4-9 y que se expresa como la IMPECABILIDAD DEL CRISTIANO. Debemos ser prudentes al interpretar esta expresión: no se trata de que el cristiano no pueda pecar (sabemos por experiencia que esto no es así…). Lo que quiere decir es que el cristiano, unido a Cristo por la fé y los sacramentos, no podrá perseverar en una vida de pecado, porque en él, en ella, existe un principio de vida más alto que, forzosamente, le devuelve a una relación correcta con Dios y con su Prójimo. Finalmente, nos encontramos –en Hechos 4: 32-27- con la doctrina de la COMUNICACIÓN CRISTIANA DE BIENES: un verdadero cristiano no puede conformarse con poner un pequeño donativo en la colecta dominical. Los creyentes en Cristo forman una Fraternidad en la que es - o debería ser- impensable que unos vivan en la abundancia, mientras que otros padecen necesidad. Construir la Comunidad Cristiana exige poner en común no sólo lo que tenemos, sino también (incluso antes…) lo que somos, incluyendo nuestras habilidades y talentos. Nunca por obligación, sino por amor.