miércoles, 13 de julio de 2016

Inteligencia Espiritual y Compromiso

LECTURAS:
Deuteronomio 30: 9-14
Salmo 25: 3-9
Colosenses 1: 1-14
EVANGELIO: San Lucas 10:  25-37

El Buen Samaritano

La Inteligencia Espiritual y el Compromiso son los dos temas principales que podemos hallar en los textos bíblicos que hoy nos propone la Liturgia.

Dos conceptos que, a primera vista, parecería que no tienen mucho en común y que casi son antitéticos: por un lado tendríamos al "cristiano comprometido" (todo corazón y completamente entregado a los demás) y al "cristiano espiritual", dedicado a la oración y a la meditación y -en todo caso- a la adoración y a otras obras espirituales, como podrían ser la sanación, el profetismo, la glosolalia, etc.

En el caso de Jesús -como exponente primigenio de lo que debe aspirar a ser un cristiano- vemos que se dio una síntesis de ambas vertientes y en Él tenemos a alguien que no sólo se preocupaba de la salvación de las almas, sino que también se preocupaba por la parte material: no sólo sanando enfermos, sino también preocupándose de que se les alimentara y se les cuidara: a ellos y, en general, a sus seguidores.

Justamente es a esta segunda dimensión a la que se refiere el pasaje evangélico de hoy (Lucas 10: 25-37) con la muy conocida e impresionante parábola de "El Buen Samaritano".

Es una historia que prácticamente no requiere comentario: se explica a sí misma. Es necesario, no obstante, recordar que judíos y samaritanos estaban enfrentados por cuestiones religiosas y políticas y que, poner a un samaritano como ejemplo de buena conducta (en un ambiente judío…) contenía un significativo elemento provocador.




A través de esta historia, Jesús nos exhorta a ver en todo aquel que se cruza en nuestro camino a alguien semejante a nosotros (un "próximo") ante quien debemos comportarnos con espíritu fraternal, prestándole el auxilio que le sea necesario y, además, con gran generosidad.

Es obvio -y aquí entra en juego la "inteligencia espiritual"- que no en todos los casos que se nos puedan presentar puede y debe ser igual nuestra conducta. Cada una de las situaciones en que nos podemos ver involucrados requiere de un análisis que -en la mayoría de los casos- deberá ser realizado a velocidad de vértigo (al menos en el momento inicial) y del que dependerá nuestra "entrada o no en acción".

Asimismo, en el desarrollo de la prestación en la que nos hayamos comprometido, deberemos orar para entender cuál debe ser la orientación de nuestra ayuda y hasta qué punto nos debemos comprometer. No todos tenemos los mismos dones, ni la misma disponibilidad de tiempo o, incluso, de dinero.

En la parábola del Buen Samaritano se nos presenta un principio general que debe orientar nuestra vida cristiana: el amor al prójimo, manifiesto en actos de misericordia,  y que -por lo que se afirma en otras partes de la Sagrada Escritura- será un elemento central a la hora de la "evaluación final" de nuestro pasaje por este mundo (Mateo 25: 31-46).

Elaborado por José Luis Mira Conca