martes, 29 de abril de 2014

Segundo Domingo de Pascua


LECTURAS:
Génesis 8: 6-16; 9:8-16
Salmo 111
Hechos 2: 14, 22-32
Evangelio: Juan 20: 19-31
La lectura del Antiguo Testamento nos presenta a Noé. Lamec dijo, en su nacimiento, que su hijo traería el juicio de Dios sobre el mundo impío en que vivían. Noé tenía fe completa en Dios. Él confiaba en Dios y Dios confiaba en Noé.

Dios estaba decepcionado de la humanidad que había creado e instruyó a Noé para que construyera un arca. En el arca, Noé alojaría a su familia y a distintas parejas de animales para que pudieran salvarse de la destrucción, a causa de las inundaciones que cubrirían la Tierra.

En el pasaje de Génesis que hemos leído, creo que el punto principal es que Noé tenía fe total y absoluta en Dios y que obedeció sus mandatos.

La lectura de Hechos nos presenta a Pedro cuando predicó a los judíos, durante Pentecostés, la venida del Espíritu Santo que celebraremos dentro de unas semanas. En esta lectura, la predicación de Pedro a los israelitas se centra en la crucifixión y resurrección de Jesucristo. Pedro nos recuerda cómo el Rey David profetizó en sus salmos la muerte y resurrección del Mesías.

Los salmos de David afirmaban: “Él no será abandonado en el mundo de los muertos y su cuerpo no se pudrirá en la tumba”. Pedro aclara a los judíos que David no resucitó de entre los muertos, sino que fue Jesucristo quien resucitó de entre los muertos.

Quiero pensar que, seguramente, algunas personas que estaban escuchando las explicaciones de Pedro fueron convertidas por su mensaje, que les puso en el camino de la fe en Jesucristo.

Finalmente, la lectura del Evangelio de Juan nos habla de Tomás, “Tomás el incrédulo”, quien no estaba presente cuando Jesucristo resucitado aparece ante los discípulos y que no creyó cuando sus compañeros le cuentan su aparición.

Sabemos por el Evangelio de Juan 14: 1-4, que Tomás, junto con Felipe, no podían entender lo que Jesús les estuvo diciendo en los días previos a la crucifixión y que tenían muchas dudas.

Tomás probablemente pensaba: “No, es demasiado bueno para ser verdad, que Jesús esté vivo”.
 Creo que Tomás fue nuestro  precursor, en tanto como cristianos con muchas dudas y falta de fe a lo largo de nuestra vida cristiana. Pero cuando Tomás vio a Jesús aparecer otra vez ante los discípulos y pudo palpar las cicatrices de la crucifixión, dejó simplemente de dudar y Jesús le dijo:
 ”Porque me has visto Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.
Por eso es muy importante el estudio de la Biblia para desarrollar nuestra fe. Nos ayuda a ampliar conoci-mientos y fortalece nuestra fe en que Jesús sufrió  y murió por nosotros, dándonos vida eterna a través de su resurrección.

Jesucristo nunca reprendió a Tomás por no creer lo que  sus condiscípulos le contaban sobre su aparición, hasta que le vio por sí mismo. Jesucristo nunca está enojado con nosotros aunque tengamos muchas dudas.

A nosotros nos corresponde acercarnos a Dios mediante la oración, sobre todo para que nos ilumine en nuestra lectura de la Biblia. Por esto recomiendo dedicar un corto tiempo a leer la Biblia cada día para fortalecer nuestra fe y nuestra comprensión.

¡Propongámonos todos ir más allá de la duda! ¡Propongámonos fortalecer nuestra fe! Amén.

Elaborado por Gwen Hamilton-Warner